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Etimologías familiares

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En el vocabulario de las diversas lenguas indoeuropeas, por muy distintas y lejanas que sean, es muy frecuente encontrar varias familias léxicas con miembros comunes, como por ejemplo los números, las partes del cuerpo y las relaciones familiares, en las que nos vamos a centrar hoy, ya que vamos a ver etimologías de la familia.

Aun así, hay veces en las que el latín se apartó en mayor o menor medida de las otras lenguas indoeuropeas. A su vez, posteriormente, el español —junto, quizá, a otras lenguas hermanas— a veces se apartó del léxico latino que podríamos considerar estándar —aun sin entrar a distinguir latín clásico de latín vulgar, de donde el español y las lenguas romances proceden—.

Todo esto lo veremos a continuación.

Etimología de «familia»

Empecemos por el gran hiperónimo que gobierna a todas las demás. Esta palabra, en español y otras lenguas romances y no romances, proviene del latín familia, ‑ae, que en un principio no se refería específicamente a la familia como la concebimos hoy, sino al conjunto de esclavos y sirvientes que vivían bajo un mismo techo. No en vano se relaciona la raíz de familia con la de famulus ‘criado’ (cf. «fámulo»); la alternancia ul/il puede verse en otros ejemplos como «Sicilia» y «sículo».

Un uso más suavizado lo tenemos al menos en el siglo III a. C.: la familia hace referencia a la relación entre el pater familias y todos los demás, es decir, la mujer, los hijos, esclavos, sirvientes, etc. A la muerte del pater familias, la familia hacía referencia a, básicamente, los que una vez habían estado bajo su poder, por aquel entonces bastante absoluto.

En muchas lenguas indoeuropeas, y así también ocurría en latín, el concepto actual de familia está representado por palabras relacionadas con la casa o el linaje, lo cual es de una lógica aplastante.

Etimología de «padre»

Del latín pater, patris, formado, como en tantas otras lenguas indoeuropeas (cf. sánscrito pitar‑griego πατήρ [paˈte:ɾ], inglés father, farsi pedar, etc.) sobre una supuesta raíz onomatopéyica *ph2 propia de los bebés (al fin y al cabo la [p] se pronuncia simplemente separando los labios) y un sufijo ‑ter que designa relaciones familiares y que lógicamente se encuentra también en mater. El inglés father es ley de Grimm de manual.

Aunque algunas fuentes comentan el origen onomatopéyico, otras como el diccionario etimológico de Ernout-Meillet parecen omitirlo por completo, si bien no necesariamente se contradice con el hecho de que en latín y ya en indoeuropeo la idea que subyace es la de una especie de título honorífico, y así se ve en Iuppiter «Júpiter» (literalmente ‘padre luz/día’) en cierta contraposición con el simple Iovis «Jove», en los patres conscripti, en los patricios, en conceptos como los de «patrón», «patrocinio» y «patria potestad» y aun hoy en «padre» refiriéndonos a la Iglesia.

Las grandes lenguas romances conservan esta palabra evolucionada de una u otra forma (cf. portugués pai, catalán pare, etc.), aunque curiosamente el rumano se desmarca con tată, igualmente procedente del lenguaje infantil y prácticamente universal junto a los equivalentes a «papá» (cf. lituano tete, checo tata, inglés dad, etc.).

Mientras tanto, otras lenguas indoeuropeas reemplazaron esta solemne raíz por la familiar *atta, según Ernout y Meillet aquellas con una civilización ya alejada de la prototípicamente indoeuropea, y así tenemos las lenguas eslavas, entre las que personalmente nombraré el polaco ojciec (salto de fe).

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Etimología de «madre»

Del latín mater, matris, lógicamente con una formación similar a la de pater y con un cierto halo honorífico, sin duda no de la misma talla. La idea principal ha de ser la de ‘origen’ y así podemos verlo también en materies, de donde «madera» (con la idea, inicialmente, de rama o tronco principal de donde salen las demás) y también «materia» (de donde se origina algo).

Nuevamente el rumano prefiere mamă. Las lenguas eslavas deciden conservar la raíz, algunas añadiéndole un sufijo diminutivo, como el polaco y el checo matka.

Etimología de «parientes», «progenitores»

Los padres (esto es, el padre y la madre) son los que dan a luz, es decir, los que paren o los que generan.

Como es bien sabido, en español los parientes no son exclusivamente los padres, sino cualquier miembro de la familia. Por el contrario, en inglés y en francés, los parents hacen referencia exclusivamente al padre y a la madre, aunque haya usos más o menos secundarios parecidos a los del español.

Este último significado, el más general en francés e inglés, es el etimológico, ya que «pariente» es un participio de presente procedente del verbo pario ‘parir’. No fue sino en época imperial que parentes empezó a ampliar su significado no solo hacia arriba, sino también hacia abajo y hacia los lados, y así empezó a englobar a hermanos, hijos, etc., y de aquí el uso actual del español.

También es más bien tardío el latín progenitor, ya que la palabra clásica era simplemente genitor, es decir, ‘el que genera/engendra’. Mientras que el español «progenitor(es)» es de un registro bastante formal, el italiano genitori ‘padres’ es de uso diario.

Etimología de «hijo», «hija»

Del latín filius, ‑i y filia, ‑ae respectivamente. La raíz está aparentemente relacionada con el verbo felo o fello ‘chupar, mamar’ (de donde, sí, «felación») por ser los hijos, se entiende, los que maman de la madre. Esta misma raíz se encuentra en femina > «hembra», literalmente ‘la que da de mamar’ (por ser un participio de presente medio similar al de «alumno»), «fecundo» y sus derivados e incluso en «feliz» (el latín felix tenía un significado más cercano a ‘fructífero, productivo’).

Este es uno de los casos en los que el latín se aparta de otras lenguas indoeuropeas, que usa dos raíces bien distintas:

  • *suH(nus) para el hijo, con un sufijo -nus no presente en el griego antiguo υἱός. La raíz hace referencia al fruto de un nacimiento. Despejando un poco esta raíz damos con el inglés son y el polaco syn, entre muchos otros.
  • *dʰugh2ter para la hija, con el sufijo ‑ter de parentesco que ya vimos. La raíz indoeuropea (que hace referencia a ‘mamar’) es sorprendentemente similar al inglés daughter y al griego antiguo θυγάτηρ [tʰyˈgate:ɾ], mientras que el polaco córka [ˈt͡suɾka] (nuevamente con diminutivo -ka) vuelve a ser un salto de fe.

En la evolución al español cabe destacar dos fenómenos. El primero, especialmente peculiar e inexistente en las grandes lenguas romances, es la aspiración de [f] inicial ante vocal (y posterior desaparición, aun cuando se conserva la ‹h› por etimología), también visible en otras palabras como ferrum > «hierro». El segundo, el tratamiento duro de la secuencia [li] seguida de vocal, resultado de la palatalización, africación y fricativización, evolución relacionada con la de ge, gi, visible también por ejemplo en mulierem > «mujer».

Etimología de «hermano», «hermana»

El español, junto a alguna otra lengua romance, se distancia del latín y del indoeuropeo en general: «hermano» y «hermana» provienen de antiguas colocaciones del tipo frater germanus ‘hermano carnal’ y soror germana ‘hermana carnal’, en las que —como por ejemplo en «hígado» < iecur ficatum ‘hígado alimentado con higos’— se ha eliminado la palabra original y ha permanecido el epíteto. El adjetivo germanus/a está relacionado con «germen» (en el sentido de ‘germinar’). La pérdida de la [g] inicial ante vocal puede verse aquí.

Como decíamos, las lenguas indoeuropeas en general conservan las raíces antiguas relacionadas con las que encontramos en latín:

  • frater, fratris ‘hermano’, claramente relacionado con el inglés brother y el polaco brat y conservado en el italiano fratello (con diminutivo), francés frère, rumano frate, etc.
  • soror, sororis ‘hermana’, relacionado con el inglés sister y el polaco siostra y conservado en el italiano sorella (con diminutivo), francés sœur, rumano soră, etc.

El caso del griego merece ser comentado, ya que se aparta desde antiguo del indoeuropeo, reemplazándolos por ἀδελφός [adelˈpʰos] y ἀδελφή [adelˈpʰe:], literalmente ‘del mismo útero’. La ἀ‑ inicial —viene un nuevo salto de fe— está relacionada con la raíz *s(e)m‑ ‘uno, junto’, de donde «simple» o «similar» (literalmente ‘que tiene características en común’), inglés same, polaco sam ‘solo’, etc. El griego sí que conserva las antiguas raíces, pero muy especializadas: el φράτηρ [ˈpʰɾate:ɾ] es el miembro de una fratría (una hermandad de naturaleza política), mientras que ἔορ solo se encuentra en un diccionario de palabras raras que compuso Hesiquio de Alejandría.

Etimología de «abuelo», «abuela»

Proceden, con más o menos variaciones, de las palabras latinas avus y avia, que en principio no suponían una relación familiar más definida que simplemente ‘un miembro de la familia de edad avanzada‘ sin incluir a los padres. De aquí que en otras lenguas romances tengamos los descendientes del diminutivo avunculus con el significado de ‘tío’ (algo así como ‘el joven familiar de edad avanzada pero que tampoco es mi padre’), de donde el francés oncle, de donde a su vez el inglés uncle; por otra parte, la tía (aunt en inglés, del francés antiguo ante) es un derivado de amma (forma infantil de llamar a la madre), curiosamente algo así como ‘la pequeña mamá’.

Aunque en muchos sitios se puede encontrar que «abuelo» proviene de un supuesto diminutivo aviolus, es más fácil (y explicable según el resultado español) pensar en avolus (en español con ‹b› antietimológica), aunque el acento paroxítono de [aˈβu̯elo] implicaría una o larga latina, mientras que la diptongación de o > ue implica una o breve. Quizá haya un cruce con la o efectivamente breve de aviola.

Por su parte, el bisabuelo no es más que el dos veces abuelo, con el elemento compositivo bi(s)‑, que también aparece en, por ejemplo, «bizcocho» (literalmente ‘cocinado dos veces’), a su vez emparentado con el inglés biscuit, italiano biscotto, etc.

En cuanto al tatara‑ en «tatarabuelo», parece ser una formación analógica de «tataranieto», formado de la preposición «tras» ‘después de’ y un supuesto antiguo «trasnieto», que, aunque no he podido localizar en los diccionarios, entiendo que es el equivalente al actual «bisnieto», con lo que el *«trastrasnieto» sería el tres veces nieto. Siendo tal trabalenguas, lo de *trastras‑ se simplificaría en tatara‑ por algún tipo de haplología.

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Etimología de «nieto», «nieta»

Del latín nepos, nepotis y de neptis, neptis respectivamente, tras algunas desviaciones y reajustes analógicos: de neptis, neptis surgió una variación nepta, ‑ae, de donde se creó el correspondiente masculino neptus, ‑i. Si tú eres de los que se escandalizan por que podamos decir y escribir setiembre, aquí tienes otro ejemplo del fenómeno.

Según se ve de las lenguas indoeuropeas, estas palabras latinas establecen, igual que avus y avia, un tipo de relación de parentesco no especialmente determinada, en este caso la descendencia distinta a los hijos. Como prueba tenemos, por ejemplo, el italiano, en el que normalmente nipote hace referencia al nieto o a la nieta, pero también al sobrino o a la sobrina. Por supuesto, de esta misma raíz viene «nepotismo».

Etimología de «tío», «tía»

Aquí tenemos un par de grecismos, θεῖος y θεία. Según recoge Lapesa, a San Isidoro (siglos VI-VII) «tío» y «tía» aún le sonaban a griego, es decir, aún no las reconocía como palabras españolas. Algunas fuentes lo relacionan con θεός [tʰeˈos] ‘dios’ (de donde «teología», etc.) sin dar mayor explicación, aunque personalmente no lo veo claro. También se propone la misma raíz de ‘mamar’ que vimos en «hijo» e «hija»; sin duda parece más acertada, aunque la relación entre el griego [tʰ] y el latín [f] sea más difícil de ver en principio (cf. θήρ ‘fiera’ ↔ latín fera). Nada que no se pueda solucionar con una clase de lingüística indoeuropea sobre las oclusivas aspiradas.

Dicho sea de paso, hay gente que cree que «tío» y «tía» son formas coloquiales o vulgares de «tito» y «tita»; sin embargo, es justo al revés, como ya hemos dicho: «tito» y «tita» son las formas coloquiales, principalmente en Andalucía según el DLE.

Etimología de «sobrino», «sobrina»

Del latín sobrinus y sobrina ‘primo/a por parte de madre’, relacionados pues con soror ‘hermana’ a través de una posible forma intermedia sororinus.

Etimología de «yerno», «nuera»

Por una parte, «yerno» procede de gener, generi. Evolución al español algo atribulada por la metátesis, ya que habría sido *«yenro» o en el mejor de los casos *«yénero», del acusativo generum. Dicho sea de paso, la y española no es evolución de la g latina ante e como uno podría pensar, sino que de hecho la g inicial se pierde como en «hermano» < germanumye procede de la diptongación de e breve tónica, y por eso no tenemos que escandalizarnos por que se pueda escribir (y pronunciar) ‹yerba› además de ‹hierba›.

Como es fácil ver, gener está emparentado con la raíz de «generar» que también nos ha aparecido en este artículo, a pesar de que el yerno ni siquiera está emparentado más que legalmente con la persona a la que hace referencia.

Por otra parte, «nuera» procede de nurus, ‑us, ya con esta terminación masculinizante en protoindoeuropeo. Como la terminación en ‑us se asociaba demasiado al masculino como para aplicarla a una mujer de carne y hueso (mientras que una domus, inanimada, sí podía ser aurea sin mayores problemas), el latín vulgar le dio las terminaciones de la 1.ª declinación. Esto habría dado simplemente un español *«nora» (igual que lupum da «lobo»). Para explicar ese diptongo hay que remontarse a una forma vulgar noram, que se explica por la influencia de socrus ‘suegro, suegra’, que veremos a continuación.

No parece haber una etimología concreta para esta raíz, a pesar de que es común en las lenguas indoeuropeas.

Etimología de «suegro», «suegra»

El latín tenía un sustantivo común en cuanto al género, socrus, ‑us, que inicialmente hacía referencia exclusivamente al padre o a la madre del marido, pero no de la esposa, con lo que tenemos un caso claro de ampliación semántica. La raíz indoeuropea, *swe‑, indicaría pertenencia a un mismo grupo social, y puede verse en otras lenguas como el alemán Schwäher o el polaco świekr.

A pesar de lo dicho, socrus, ‑us se formó a partir del sustantivo exclusivamente masculino socer, soceri, con lo que socrus, ‑us acabó por especializarse para el femenino. Como vimos en «nuera», ya en el propio latín sonaba raro que socrus hiciera referencia a una mujer, con lo que se empezó a emplear un sustantivo más femenino socera, ‑ae que alternaba con uno sincopado socra, ‑ae.

Etimología de «cuñado», «cuñada»

Del latín cognatus y cognata, respectivamente. Tenemos la curiosidad semántica de que los cuñados, en la actualidad, se refieren a la familia política, pero no de sangre, que es su significado etimológico (literalmente, co‑gnatus ‘nacido conjuntamente’); de hecho, la acepción 5 del DLE marca este significado como desusado. Como es fácil de ver, «cuñado» y «cuñada» son palabras patrimoniales relacionadas con el tecnicismo «cognado», formando así un doblete léxico.

En la evolución fonética (y gráfica) al español tenemos que el grupo gn evoluciona a ñ (normal), pero además ocurre algo bastante infrecuente, y es que la [o] breve latina evoluciona a [u] por influjo de la yod, de modo que la evolución de la palabra, siguiendo la cronología relativa, debe de haber sido tal que así: cognatum > [kogˈnatu] > [kogˈnato] > [koi̯ˈnato] > [kui̯ˈnato] > [kuˈɲato] > «cuñado».

Etimología de «cónyuge», «marido», «esposo», «esposa»

Y ya que hemos tratado tantas parejas hasta ahora, no podíamos terminar sin ver algunas formas para referirnos a la pareja familiar por antonomasia.

El cónyuge (que no *«cónyugue») es la persona que está, literalmente, unida a otra, igual que la pareja de bueyes uncidas bajo un mismo yugo. En español es común en cuanto al género, igual que en latín (donde se puede encontrar como coniux, coniunx, coiunx, coiuncx e incluso un femenino raro coniuga). La metáfora de la pareja de bueyes puede verse como romántica o en cierto modo fatalista, según se mire.

El marido es el hombre casado respecto a su mujer, que no es su *marida. Del latín maritus, ‑i con el mismo uso que en español, procedente del adjetivo maritus, ‑a, ‑um, que podía usarse incluso con animales. De etimología incierta; Ernout-Meillet desaprueban que signifique ‘provisto de una *mari (muchacha)’. Por supuesto, el inglés marry está emparentado con esta palabra española; no confundir con merry, si me permites la broma.

Por último «esposo» y «esposa» provienen del participio de perfecto latino del verbo spondeo ‘tomar un compromiso solemne’, cualquier tipo de ceremonia de carácter religioso en general, aunque el uso más frecuente era para referirse a las ceremonias de matrimonio en el que el padre se compromete a dar a su hija, la sponsa. La palabra para el hombre, sponsus, no está atestiguada hasta Cicerón, con lo que se supone que sería una formación analógica sobre sponsa.

La raíz de spondeo se relaciona con el griego σπένδω [ˈspendo:] ‘hacer una libación’; curiosamente solo se conoce hasta hoy otra lengua indoeuropea que use esta raíz, el hitita. El carácter religioso de la libación seguía bien presente en el verbo latino, aunque su significado básico quedó suplantado por libare, de modo que spondeo se especializó en la ceremonia ya mencionada.

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Javier Álvarez

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