Actualizado el 19 de febrero de 2016.
Que se lo pregunten a cualquier entendido en publicidad: el sexo vende, y no solo en el sentido comercial, sino en cualquier otro ámbito, incluso en el etimológico. Circula una etimología popular que asegura que el sustantivo «testigo» (y cualquier derivado como «testamento») proviene de la costumbre que tenían los romanos de apretarse los testículos con la mano cuando juraban decir la verdad.
No, «testigo» no viene de que los romanos se apretaran los testículos al jurar.
La verdadera etimología de «testigo»
La verdadera etimología tiene mucho menos de anecdótica y, podríamos decir, viene a aguarnos la pudenda fiesta; pero, lectores, para eso estamos aquí.
Nunca está de más acudir al DRAE en primera instancia para intentar averiguar la etimología de una palabra; en este caso, no ayuda grandemente, pero no hay que culpar al diccionario académico, ya que no se trata de un diccionario etimológico.
Nuestra segunda opción es acudir al excelente Online Etymology Dictionary, en cuya entrada «testament» encontramos ya la verdad. En resumen (y traducido al español): el latín testis ‘testigo’ se forma sobre un supuesto indoeuropeo *tri‑st‑i‑, es decir, las raíces de tres, tria ‘tres’ y de stare ‘estar (de pie)’; por tanto, la idea tras el compuesto es que el testigo es la tercera persona presente en una situación entre otras dos personas.
También el Dictionnaire étymologique de la langue Latine de Ernout-Meillet sigue esta línea y, como suele, profundiza más. Los cognados oscos trstus (= latín testes) ‘testigo’ y tristaamentud (= latín testamento [ablativo]) vendrían a corrobar esta etimología, ya que conservan esa [ɾ] que el latín perdió, aunque sí que muy antiguamente se habría pronunciado [tristamentum]. La evolución del latín habría sido, pues, algo como *tristis > *terstis (metátesis de la [ɾ]) > testis (desaparición de [ɾ] ante [s], frecuente en latín).
Aclaran asimismo Ernout y Meillet que Plauto hace juegos de palabras entre testes, testium ‘testículos’ y testis, testis ‘testigo’, lo que quizá dé pie a la etimología popular de la que hemos ya hablado; pero, al fin y al cabo, Plauto no era más que un comediógrafo que utilizaba este tipo de recursos con frecuencia sin más propósito que el de arrancar unas carcajadas por su procacidad. En cualquier caso, como añaden en Online Etymology Dictionary, las historias que conectan ambas palabras son relativamente modernas y sin base alguna.
Por último, hay que tener en cuenta que, hasta la fecha y hasta donde yo sé, no hay fuentes escritas ni artísticas antiguas (por ende las más fiables en este respecto) que den testimonio de la conexión entre los testigos y los testículos.
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«Etimología no pudenda de «testigo»», de delcastellano.com.